Comentario
Nació en la población normanda de Les Andelys en el seno de una familia de la pequeña nobleza local con escasa fortuna y, aunque su padre intentó que recibiera una formación que le garantizara el futuro, él se inclinó por los pinceles.Con el deseo de hacerse pintor, en 1612 marchó a Rouen, donde ingresó en el taller de Noél Jouvenet. Pronto fue a París y allí consiguió acceder a las colecciones reales donde quedó especialmente prendado de las obras de Rafael, lo que le indujo a intentar por dos veces ir a Roma, aunque en la primera ocasión al llegar a Florencia tuvo que volver a París, y en la segunda no pudo pasar de Lyon.De nuevo en París, conoció a Philippe de Champaigne y trabajó en el palacio del Luxemburgo con pequeños encargos, utilizando un estilo cercano al manierista de la segunda escuela de Fontainebleau. También fue entonces cuando conoció a quien definitivamente le llevaría a Roma en 1624, el cavalier Marini, poeta que llevaba ya varios años en Francia y quien ya en la Ciudad Eterna trató de abrirle las puertas de los encargos y lo dio a conocer al cardenal Barberini. importante mecenas y sobrino del Papa Urbano VIII.En sus primeros años italianos su estilo fue cambiante dado que ensayó muchas fórmulas, pero en general se percibe una pervivencia de los rasgos manieristas que reforzó con lo que aprendía a través del contacto con las obras de la antigüedad. Hay en estas composiciones una prioridad por las líneas diagonales y en algunas de ellas se aprecia un colorido más rico de procedencia veneciana. Como ejemplos característicos de esta primera etapa romana cabría citar los lienzos de Rinaldo y Armida del Dulwich College de Londres, La matanza de los Inocentes del Musée Condé de Chantilly o el Martirio de San Erasmo de la Pinacoteca Vaticana, pintura de gran tamaño afecta a los gustos romanos del momento.Sin embargo, pronto se torcieron las cosas pues Marini falleció y el cardenal fue enviado a España. Atravesó entonces Poussin durante el año 1630 una grave crisis acrecentada por una enfermedad, todo lo cual remontó gracias a su matrimonio con la jovencísima Anne-Marie Dughet, romana de nacimiento pero lionesa de ascendencia, e hija del dueño de la casa en la que se alojaba, el cocinero Jacques Dughet.Esta crisis supuso un cambio importante en su vida y en su producción. A partir de este momento acrecentó la presencia de la antigüedad, siendo los temas más representados los mitológicos, a los que trató de una manera que hizo más manifiesta la influencia veneciana en el empleo del color. Igualmente se percibe cómo del predominio de las líneas diagonales pasó entonces al de las verticales y cómo sus obras delatan unas composiciones muy estudiadas y dominadas por un espíritu racionalista, idea que, por otra parte, fue general a lo largo de toda su obra. Muchos de estos rasgos pueden observarse en dos pinturas características de este período como son El imperio de Flora de la Staatliche Kunstsammlungen de Dresde, en la que todavía hay una pervivencia manierista, o el Parnaso del Museo del Prado.Pero muy poco después, entre 1634 y 1637 su estilo cambió de forma importante. Así se percibe una disminución de la influencia veneciana frente a un predominio tanto del último Rafael como del modo de composición de los bajorrelieves, característica que se ve, por ejemplo, en La adoración del becerro de oro de la National Gallery de Londres.Por otra parte, trata de plasmar en sus lienzos las reacciones psicológicas de los personajes ante las situaciones a las que se enfrentan, siendo en este sentido sumamente interesante la atracción que hacia 1635 sintió por los ideales estoicistas, que le llevaron a valorar las actitudes de rechazo de las pasiones y las bajezas humanas. A estos años, y a estos ideales, corresponden obras como la serie de las Bacanales pintadas para el cardenal Richelieu y la primera serie de Los Siete Sacramentos que lo fueron para Cassiano del Pozzo, secretario del cardenal Barberini y entusiasta de Poussin.Entre el final del año 1640 y el de 1642 se produjo en su vida un pequeño paréntesis cuando, a pesar suyo, acudió a Francia cediendo a las insistentes presiones de Luis XIII para que regresara. Pero la estancia no le resultó agradable, lo que tal vez se refleja en las obras de este período, que son frías y de peor calidad.Conseguido el permiso regio para ir a Roma a recoger a su esposa, se quedó allí, y hasta aproximadamente 1652 atravesó una interesante etapa en la que dio preferencia a los temas que pudieran plasmar reacciones dramáticas y psicológicas, por lo que en muchas ocasiones parece inspirarse en situaciones propias del arte escénico, aunque procurando también manifestar los ideales estoicistas, como se refleja en la segunda serie de los Sacramentos. Por otra parte, supera la influencia de los relieves y trata de dar a sus composiciones una mayor profundidad, al tiempo que mantiene la fuerte influencia rafaelesca como queda patente en obras como la Sagrada Familia de la escalera de la National Gallery de Washington.Dentro de esta etapa, hacia 1640 parece dar comienzo a uno de sus logros más señalados, el llamado paisaje histórico, en el que el protagonista es el paisaje. Por regla general, estas obras muestran una gran extensión de terreno cuyas características orográficas son las propias de los alrededores de Roma, y en donde aparecen unas pequeñas figuras, casi perdidas en el conjunto, pero que sirven para dar una motivación a la composición en una época en la que el género paisajístico puro tenía una baja consideración. Pero estos paisajes están lejos de ser totalmente naturalistas, ya que por testimonios contemporáneos sabemos que los realizaba a base de numerosos ensayos y que empleaba un pequeño escenario donde conjugaba los bocetos paisajísticos con figurillas y luces que movía a voluntad, con lo que nuevamente volvía a hacer presentes sus ideales racionalistas.En torno al año 1652 su producción cambió de nuevo, desarrollándose entonces su última etapa. En este período abandona los elementos gráciles y pintorescos y tiende hacia una mayor severidad y monumentalidad, así como también se inclina hacia un mayor sentido reflexivo que le lleva a ordenar mucho más racionalmente las composiciones. Igualmente se deja influir por la arqueología como muestra el cuadro del Descanso en la Huida a Egipto del Museo del Ermitage, en el que los elementos del fondo incluso son de origen egipcio. Pero quizás donde se manifiesta más plenamente su forma de entender la vida en este momento sea en la serie de Las cuatro Estaciones del Louvre, en la que tal vez se concentran todos aquellos ideales de conducta humana que a lo largo de su vida trató de ensalzar en sus obras, las cuales, por otra parte, han reproducido prácticamente los mismos temas, aunque tratados con distintos enfoques derivados de la propia evolución interior del artista.Poco después de esta serie fallecía Poussin, quien ha sido considerado como el paladín del clasicismo francés y del racionalismo en la pintura, lo que le ha convertido en guía para muchas generaciones de artistas franceses.